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30/07/2024

A diez años de la muerte de Julio Grondona: el detalle de sus últimas horas

Fuente: telam

El 29 de julio de 2014, el entonces presidente de la AFA, vicepresidente senior de la FIFA y líder político de la Conmebol cerró su oficina a las 21:05. Cerca de las 10:30 del día siguiente se confirmó la noticia de su fallecimiento

>Aquella noche de martes (29 de Julio de 2014) se lo notaba tenso, algo nervioso. Regresaba a su oficina de la AFA tras casi dos meses de ausencia.

Hacía tiempo que no se le escuchaba a Don Julio gritar e insultar de tal manera. Es que por primera vez la FIFA le había negado el plus concedido a las federaciones finalistas con el cual Grondona podría cumplir con pedidos de jugadores, amigos, familiares y dirigentes.

No resultaba fácil entender cómo no estando Brasil en la final, la FIFA no dispusiera de los 8 mil tickets prometidos e incumplidos. No fue todo. Para colmo, unas horas antes, con asombro, Grondona había visto con sus propios ojos -partido ante Holanda- a un grupo de barras bravas de distintos clubes en la parte baja del mismo sector donde se hallaba el Palco Oficial. Pidió explicaciones a diferentes dirigentes. Las respuestas no le resultaron creíbles. Y ante la avalancha de presiones para la final frente a Alemania ordenó vender las pocas localidades disponibles (entre mil y mil quinientas) en el club Flamengo. Naturalmente al precio oficial, priorizando a los argentinos que ya estaban en Río, antes que a aquellos que se contactaban telefónicamente desde la Argentina. Dos días antes de la final, su hija Liliana le quitó el teléfono y toda la familia se mudó de hotel.

La noche antes de morir, Grondona hablaba del futuro. Docenas de dirigentes pasaron por su oficina para saludarlo, desde las cuatro de la tarde. Algunos lo hicieron brevemente. Abrazo, saludo y despedida. Otros, por algunos minutos con asiento incluido. Pero casi al final de la tarde, a pocos minutos del comienzo de la reunión del Comité Ejecutivo previsto para las 19 horas, hubo una reunión que justificó cerrar la puerta corrediza de su despacho, cosa poco habitual.

Esa junta fue con Daniel Angelici y Juan Carlos Crespi. Presidente y Vicepresidente de Boca. Crespi, quien en aquel momento encabezaba la Comisión de Selecciones Nacionales. La reunión no fue satisfactoria para Grondona, pues se puso en superficie un tema, sobre el cual ya había hablado con Angelici, de Boca y su vínculo de representatividad con la AFA que debía dirimirse -por tratarse de cargos y personas- en el ámbito del club y no resolverse -como terminó ocurriendo- en el despacho de un Grondona, finalmente alterado.

Esto no se oponía a que Guillermo Lorente, por entonces presidente de Newell’s, o gente de su confianza testearan a Martino y que la prensa de Rosario lo dejara trascender. Grondona sabía cómo direccionar una gestión para que “lamentablemente no se logre el acuerdo” (dinero o exigencias contractuales) y cómo encontrar “una alternativa” conveniente.

En tal sentido, Russo a diferencia de Martino, a quien Don Julio respetaba humana y personalmente, no exigía ningún “proyecto integral” que incluyera bajo su mando a las categorías juveniles, ni objetaría -como terminó ocurriendo- la presencia y el trabajo de su viejo maestro en Estudiantes de La Plata y la Selección, Carlos Bilardo. Ni mucho menos la de Humbertito.

La verdad es que jamás se habló de eso. Al entonces presidente lo asustó la falta de conducta de los jugadores del plantel durante el Mundial y antes del regreso ya lo había decidido. Era parte de su estrategia no desoír el “clamor popular”. Nunca quiso a Bianchi –le asustaba aquel desaire a Macri en una conferencia de prensa de septiembre de 2001, en que lo dejó plantado-. Pero no dejó de hacer público el testeo sabiendo que la respuesta del técnico sería no. En ese caso, transfería a la respuesta anticipada del candidato la “negativa a aceptar” la Selección. Para esa circunstancia actuó el recordado Pedro Pompilio. El mismo dirigente que facilitó después la segunda llegada de Coco Basile en el 2008.

Don Julio sabía cómo manejar esos tiempos. Por caso, en julio del 2010 fue a una reunión con Maradona en un ocasional domicilio de Ezeiza, para renovarle el contrato como DT de la Selección aun después de lo ocurrido en Sudáfrica. Pero – el “pero”, es fundamental para entender- habría de condicionar la continuidad de sus asistentes a partir de octubre de ese año.

– No Julio, todos o ninguno. Yo no firmo si no firman los muchachos….(Mancuso, Enrique, Signorini, Javier Vilamitjana, Gustavo Piñero).

-Muy bien, no hay entonces, nada más que hablar, respondió Grondona.

Para el caso a resolver en aquel tiempo del regreso desde Brasil, Grondona ya sabía que Simeone –pleno éxito en el Atlético de Madrid- diría que no, que se podía testear a Martino, pero que, finalmente habría “alguna razón” por la cual el Comité Ejecutivo se decidiría por Miguel Ángel Russo.

Respecto del Torneo de los 30 equipos, tiene más de un perfil interpretativo. Básicamente, Grondona seguía luchando por lograr que el Gobierno le autorizara a la AFA lo que se conoció como Prode Bancado. Que no eran otra cosa que las apuestas en el fútbol, tal como ocurre en las grandes ligas del mundo. Las gestiones ante el Ejecutivo y Lotería avanzaban. Tanto era así que Santa Mónica había tomado el proyecto y hasta había anticipado una cifra significativa a la AFA a cuenta de la puesta en marcha del proyecto. Más equipos, más partidos,… Más apuestas…El Prode Bancado murió en octubre de 2014.

En los pasillos de AFA, nunca dejó de comentarse, de manera graciosa y anecdótica que “además de estas poderosas razones,… con treinta equipos, Arsenal el equipo del Presidente, aseguraría por mucho tiempo su permanencia en Primera…”.

–“¿Adonde vamos Don Julio?”, le preguntó su chofer, Alejandro Rodríguez, a quien también le llamó la atención que esa noche, precisamente esa noche, Grondona se vaya a su casa solo, sin nadie de la AFA que compartiera su cena.

Alejandro prendió las luces y se puso en marcha por Viamonte hacia el bajo. Iba a Puerto Madero en lo que sería, sin imaginarlo, el viaje póstumo con su ilustre jefe a bordo.

Después de las dos de la mañana, el dolor era intenso. Había mutado de las cervicales a la boca del estómago. Y ya casi de madrugada, llamó a su hija Liliana, quien vivía en el mismo edificio. La ambulancia de OSDE demoró apenas minutos. Rápidamente recurrieron al doctor Rafael Revoredo, Jefe del Departamento Médico de la AFA, quien intentó una inmediata internación en el Otamendi. No había lugar. El caso era grave y requeriría, según el primer diagnóstico, cirugía de urgencia.

Por suerte, pudieron admitirlo en el Mitre. Era la mañana incipiente del 30 de Julio de 2014. Junto a Liliana y su esposo Genaro Aversa, ya estaban su hijo Julito, el doctor Revoredo y Juan Carlos Crespi, dirigente de Boca y amigo. Angustia. Consultas. “Y si vamos a la Favaloro, ¿no hay lugar en la Favaloro?”, preguntaba la familia. Uno de los médicos del sanatorio le respondió serena y categóricamente: “Señora, su padre sufrió un desprendimiento de placa de Ateroma, esto le produjo un aneurisma disecante de Aorta, lo que se llama un cayado aórtico, tenemos que operarlo ya mismo, si es que nos da tiempo; el estado es gravísimo…”.

Media hora más tarde, los zócalos de los canales de noticias preanunciaban la infausta noticia. Era cierto: después de poner su cuerpo en la camilla rumbo al quirófano, se produjo el desenlace.

“Señores, tengo la triste y difícil obligación de informarles que ha muerto Julio Grondona”.

Fuente: telam

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